Hemos dedicado diferentes artículos de este blog a contarte algunas de las ventajas que tiene el uso de menorquinas en Mallorca, los cuidados que requieren y lo cómodas que resultan. Sin embargo, hasta el momento no te habíamos contado su origen, a diferencia de lo que ya hicimos hace algún tiempo con otro de nuestros productos más apreciados por nuestras clientas: las alpargatas.

Parece ser que los honderos menorquines que acompañaron al general cartaginés Aníbal en sus batallas contra Roma ya protegían sus pies con un tipo de calzado muy similar. Una de las características del suelo menorquín es que es pedregoso por lo que desde el inicio de los tiempos era necesario utilizar tejidos resistentes para caminar por ella. Así, uno de los tejidos más resistentes que se podía encontrar en la isla era la piel de algunos de los animales con los que se alimentaban, y con esta piel se fabricaron las primeras abarcas, como también se conocen.

Sin embargo, aún tenían que pasar muchos cientos de años hasta que se incorporaran a las menorquinas en Mallorca lo que hoy se puede considerar una de sus señas de identidad principales: las suelas de caucho. Hasta finales del siglo XIX, y pese a haber hecho diferentes pruebas, no se había encontrado otro material que fuera tan resistente como el cuero animal. Hasta que un artesano, cuyo nombre, por desgracia desconocemos, decidió utilizar los restos de un neumático deteriorado de un coche para forrar la suela de sus abarcas.

Muy pronto, y a la vista de los excelentes resultados, otros artesanos comenzaron a copiar tan buena idea que ha pervivido hasta nuestros días. Hoy, en Alpargatería La Concepción puedes encontrar una enorme variedad de modelos de menorquinas, pero todas son suelas de caucho o materiales similares.